Tenemos la costumbre de ser maniqueístas.
Todo es bueno o malo, o lindo o feo. Incluso los países. Tomemos el caso de dos
que en la clase del maestro Naciones Unidas han sido sorprendidos tirando tizas
en el aula.
Metsa-Botnia y el Rio Uruguay. |
Canadá
y Finlandia gozan de un prestigio enorme al ser considerados responsables en el
contexto internacional, y preocupados por sus habitantes. Demuestran un bajo
índice de corrupción según estudios de organizaciones tan respetables como
Transparency International, o están bien
ranqueados en resultados que demuestran la opinión de la gente de todo el mundo
acerca de cuales son los ejemplos a seguir en el contexto internacional. Y por
supuesto en datos oficiales como índices de desarrollo, aparecen en el cuadro
de honor.
Pero
aquí les he presentado algunos datos fidedignos -sobran-, de lo que hacen fuera
de sus propios límites, o fuera de uniones transnacionales (v.gr. Unión Europea o NAFTA) a las que le deben
respeto. Llevan a cabo actividades económicas que
destruyen el medio natural de otros países o ponen en riesgo la salud de estos,
con prácticas que jamás desarrollarían en su propio territorio. Fue gracioso observar en la Argentina como el
encargado de una empresa minera canadiense evitó mientras pudo poner la excusa
de la barrera idiomática, reconocer que estaba haciendo eso allí porque no
podía hacerlo en su país. Lo mismo para la finlandesa Metsa-Botnia en Uruguay,
que según el tribunal de La Haya
(2010), no contamina -demasiado- y puede seguir operando para producir
celulosa. (Claro la contaminación ya tiene parámetros para considerarla
excesiva o no y es un efecto secundario de producir, pero la tala de árboles es
parte de la producción en sí y no está tan mal vista). Ah!, por supuesto que
estos rubitos no se traen sus propios abetos desde Finlandia. No convence tampoco el justificativo de la
idea esa de que son empresas privadas y no tienen que ver en sí, con su país de
origen. No creo que haya nación que quiera ser evocada aunque sea de forma indirecta, por
algo con connotaciones negativas. Quién no piensa en España al leer Iberia?
Solo quiero que se reflexione sobre el
hecho de que hay que desconfiar aún de los que nos deslumbran. Que debemos estar
vigilantes y una vez que se ha cometido una falta, denunciar y divulgar el
hecho. Aún, en el caso propiciado por aquellos con prestigio -valedero- ganado.
Finalmente planteo la siguiente duda,
justifica la buena acción de crear trabajo en un país necesitado el hecho de
perjudicarlo en su medio ambiental? El país desarrollado o rico, no tiene la
obligación de comportarse afuera de la misma forma que lo hace en su propio
territorio? El receptor no tendría acaso derecho de reclamar estas últimas
condiciones sin arriesgar una llegada de inversiones? Gracias por vuestro tiempo, y por mandar sus ideas al respecto.
Leonardo Rodríguez.
leoyaco@yahoo.com
la cara i la creu dels països...quantes veritat amagen eh?
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