MAMFAKINCH: EL MENSAJE “SIN CONCESIONES” DE LOS CIUDADANOS MARROQUÍES
Un sitio web gestionado por blogueros y militantes marroquíes. Así se define Mamfakinch, iniciativa que nació del espíritu del 20 de febrero, el día en que ciudadanos de todos los puntos de Marruecos se dieron cita para reclamar reformas políticas, económicas y sociales.
En el contexto de las protestas y reivindicaciones ciudadanas en Marruecos, el gobierno ha hecho uso de todos los medios a su alcance para deslegitimar a los manifestantes, con métodos que van desde la represión violenta hasta la propaganda contraria al movimiento. Mamfakinch busca contrarrestar esa propaganda mediante un medio de comunicación ciudadano que recoja historias, propuestas y contenidos que no tienen un hueco en los medios oficiales marroquíes.
Se inspira en la experiencia tunecina y egipcia y tiene como referente a Nawaat, blog colectivo independiente que un grupo de tunecinos creó en 2004 y que ha contribuido a visibilizar los abusos y la censura del régimen de Ben Ali. Nawaat fue clave en la organización y comunicación de la revolución tunecina y ha inspirado distintos proyectos que empoderan a los ciudadanos facilitándoles un espacio en el que compartir sus historias en los países de la región, abriendo nuevos márgenes para la libertad de expresión.
Según Hisham Al-Miraat, uno de los fundadores de Mamfakinch:
“Aprendimos de la experiencia egipcia y tunecina que para ganar hacen falta dos cosas: salir a la calle y compartir lo que sucede en la calle con el resto del mundo”
Mamfakinch se compone de una revista web con artículos de opinión sobre el contexto político, económico y social y de un blog con información actualizada que proporcionan marroquíes desde dentro y fuera del país a través de imágenes, textos, comentarios y vídeos.
La palabra “mamfakinch” significa “sin concesiones” en dialecto marroquí y se inspira en el activista Mohamed Bougrine, que dedicó su vida a defender los derechos de los marroquíes durante la colonización francesa y en las décadas posteriores. Para los jóvenes del 20 de febrero es símbolo de la resistencia no violenta a la opresión del estado. Su propio Mandela.
La reconocida revista digital marroquí Le Kom describe así el proyecto:
“Un medio de comunicación alternativo que se ha convertido en fuente de información para muchos otros medios de comunicación gracias a su fiabilidad y a su capacidad de centralizar la información”
Las reformas que anunció el Rey Mohammed VI en su discurso del 9 de marzo no terminan de cristalizar, pero el deseo de un cambio se mantiene y muchos marroquíes no se conforman con esperar a que las reformas se produzcan. Mamfakinch es un paso más en un proceso que ganó visibilidad el 20 de febrero, “el primer paso hacia el cambio”, como anunciaba Nizar Bennamate, militante activo del movimiento, hace unos meses en Periodismo humano. Un proceso que difícilmente tiene marcha atrás y en el que los ciudadanos marroquíes, igual que los del resto de países de la región, buscan nuevos espacios para organizar, construir y contar su propia historia.
(Fragmentos de un artículo escrito por Leila Nachawatiwww.periodismohumano.com 1)
Allá donde uno mira encuentra una guerra o el germen de una guerra. Como antídoto a este peligro, sólo hay un remedio: el diálogo
Fred Dallmayr
PORQUE EL DERECHO A LA DEMOCRACIA
ES UN DERECHO HUMANO
ES UN DERECHO HUMANO
Gracias a la valentía y decisión de un pueblo que no se somete y lucha por sus derechos y por conseguir una sociedad más justa hemos conseguido tener hoy en día muchos derechos que eran impensables hace no tantos años; nada de lo que hoy tenemos nos ha caído del cielo, todo es fruto de años de lucha, de personas que no se conformaron con lo que tenían y decidieron que la opresión no era una forma de gobierno, que el pueblo debía participar en él y no estar excluido. Hoy toca seguir luchando: luchar porque todo lo que hemos conseguido no se desvanezca, y luchar porque la democracia llegue a todos los países y los ciudadanos tengan la capacidad de hablar y ser escuchados, de expresar libremente sus opiniones sin por ello ser juzgados.
Aída Fabra Jiménez de Laiglesia
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