miércoles, 2 de noviembre de 2011

El negocio de las miserias humanas

En los últimos días, algunos medios escritos se están haciendo eco de una noticia realmente escalofriante. Se trata de la detección de ciertos casos en los que algunas familias marroquíes, conocedoras de los beneficios que otorgan los servicios sociales españoles, han encontrado la fórmula para enviar a sus hijos a "formarse" en el extranjero, de tal modo que son traídos hasta España, en coche o en avión y luego son abandonados en suelo español, siendo recogidos por los centros de acogida andaluces, que les proporcionan una educación y la consiguiente manutención.
La Consejería de Igualdad y Bienestar Social va a denunciar en próximas fechas a seis familias marroquíes que disponen de medios suficientes para proporcionar a sus hijos una adecuada educación, pero que a sabiendas de que los servicios sociales de nuestro sistema están pensados para niños en situación de desamparo, aplican la picaresca de malinterpretar estas prestaciones y abandonan a su suerte a estos niños, aunque los visitan a menudo. En el caso de las ciudades fronterizas de Ceuta y Melilla, según relatan vecinos de ambas ciudades, las visitas se producen casi a diario. El primer caso, según detalla la Consejera andaluza Micaela Navarro, se produjo a finales del año 2009, cuando la Junta de Andalucía denunció a una familia por enviar a la comnidad andaluza, en principio a una de sus hijas, y posteriormente a tres de sus hermanos, haciéndolos pasar como desamparados, pasando así a ocupar plaza en un centro de menores.
Ciertamente, no ha de ser una decisión fácil para una familia tomar esta decisión, por mucho que estén en contacto telefónico o visual con los chicos y las chicas, que también las hay.
No olvidemos que la migración de menores en el país alauita es el último eslabón de una complicada realidad social plagada de desarraigo y desigualdades.
Ciertos procesos, como la deslocalización de la producción, la feminización de la pobreza, y la ausencia casi total de protección social, generan tremendas bolsas de exclusión social, con un sistema educativo deficitario a todas luces, inerme frente al absentismo y el fracaso escolar. La incorporación al mercado laboral no es precisamente un método de inclusión social, sino una palanca hacia la semiesclavitud o la servidumbre.
El origen de muchos de estos movimientos migratorios, incluso los que sobrepasan lo legal y entran de lleno en la picaresca, están sin duda en la convicción clara de que el trabajo en Marruecos no es precisamente una manera de evolución vital ni una manera de promoción. La idea de ayudar a la familia desde España es el núcleo de sus motivaciones migratorias, pues quien haya visitado Marruecos, bien comprobará que desde las zonas rurales del Sur, como Er Rachidia, Beni Mellal, o las zonas aledañas a Argelia, a los barrios metropolitanos de las ciudades rifeñas como Tánger, Kenitra, Meknes..la ausencia de medios para emprender cualquier negocio es casi total, y el acceso a una educación digna muy, muy difícil, incluso para familias con rentas medias.
Por tanto, esta bien que se luche contra este fraude, pero no dejemos de lado la cooperación con Marruecos. No actuemos desde la vileza y la ignorancia y creemos un marco de confianza del que todos saldremos beneficiados, marroquíes y españoles, condenados a entendernos por numerosos motivos, no sólo culturales y de cercanía, sino por historia y tradiciones comunes, y por qué no, por intereses económicos comunes.

Saludos a todas/os los que de alguna manera sois parte de de este blog. Paz y amor para todas/os
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 Julio Mateos Checa. Estudiante de Grado en Trabajo Social. Universidad de Valencia.







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