viernes, 28 de octubre de 2011

Retroceder para avanzar


Hoy, más que resaltar una noticia-que hay y muy buenas por destacar-, quiero haceros reflexionar a todos acerca de la “evolución” actual de la sociedad.
Una sociedad donde se idolatra la delgadez, donde nuestros dioses son esféricos y 11 normalmente (sin contar a los suplentes), donde se valora más que alguien se haya trajinado a un torero que que tenga diplomas y títulos académicos como para empapelar el palacio de Versalles. Donde se han perdido ESOS valores tradicionales que toda “persona de ley” que le llaman, debería tener.
Todos sabemos cuáles son esos valores y esas virtudes, pero nunca viene mal que alguien nos las recuerde –además del escritor húngaro Denes Martos entre otros[i]-. Sería bueno reflexionar sobre lo que TENEMOS o DEJAMOS DE TENER y QUEREMOS o DEJAMOS DE QUERER.

Pensemos en el honor. Un honor que consiste en ser lo que uno es y ser respetado y reconocido por ello, respetándose uno a sí mismo y a los demás (esto parece fácil y simple, pero no lo es realmente). Un honor que nada tiene que ver con la reputación, sino con la integridad y el respeto a unos principios básicos nobles de actuación. Un honor que no se basa en cumplir las obligaciones que le debes a los demás, si no el deber que te tienes a ti mismo/a. Un honor que se reconoce por las personas igualmente honradas, más allá de fronteras económicas y culturales, haciéndolas a todas igualmente respetables. Un honor que no se puede autoadjudicar, que se merece y se gana…. Pero también se pierde. Y no precisamente como el que pierde un botón, sino un tesoro único y maravilloso que costará recuperar. Porque si lo pierdes, pierdes el respeto por los demás, ya que ¿si tú no tienes dignidad, que dignidad vas a respetar en los demás?
Mientras premiemos a los especuladores, a los arribistas y a los oportunistas sin escrúpulos con los puestos más altos de la escala social y mientras castiguemos a los simples honrados profesionales y trabajadores con los últimos puestos, poca esperanza tengo de que consigamos construir una sociedad basada en el honor y en el respeto a la verdadera dignidad.”
Ahora, ¿nuestros dirigentes TIENEN honor? ¿QUEREMOS QUE LO TENGAN? ¿Qué vamos a hacer para conseguirlo?
La verdad es un tema más complicado de tratar, pero muy profundo. ¿Cuál es la verdad, mi verdad o la tuya? En términos rígidos, la verdad es la que es, más allá de opiniones e ideologías, más allá del relativismo absoluto social actual. Dos más dos van a ser cuatro aunque nadie se dé cuenta de ello o se empecine en que son cinco. Esta sociedad nos dice que la verdad es relativa, pero ¿relativa A QUÉ? 
“Admito desde ya que puedo cometer errores. Pero eso no me preocupa demasiado porque, estando comprometido con la verdad, en el momento en que descubra mi error, o alguien me lo haga ver, lo corregiré inmediatamente y sin subterfugios. Me preocuparía si estuviese comprometido con la mentira. Porque, cuando se descubra esa mentira, no me va a quedar más remedio que tratar de defenderme agrandando la mentira y agregándole argumentos para seguir haciéndola creíble. "Entre varias otras cosas por eso también es que, como decía Sófocles, la verdad puede más que la razón; o bien, como coincidía Unamuno, el "tener verdad" es muchísimo más importante que el "tener razón". Porque, como ya lo sabían los sofistas griegos, la razón puede resultar bastante engañosa a la hora de la verdad puesto que siempre se podrán encontrar muy buenos argumentos para defender una mentira. Los sofistas – al menos gran parte de ellos – fueron expertos en defender tesis falsas con argumentos impecables. Por eso es que quien tiene razón no por ello es también necesariamente veraz. Puede tener razón pero no necesariamente tiene verdad.”
¿Nuestros líderes NOS DICEN LA VERDAD O SU VERDAD? ¿Por qué? ¿Por qué lo aceptamos, pues?

Sigamos con la Lealtad. La RAE la define como “Cumplimiento de lo que exigen las leyes de la fidelidad y las del honor y hombría de bien.” ¡Mira, otra vez el honor por aquí! ¡Si es que todos los caminos llevan a Roma! Es un lazo invisible y virtualmente indestructible del sujeto (sea humano o animal) hacia su objeto de fidelidad (sea material, humano o animal).


¿A QUE o a QUIEN son leales nuestros líderes? ¿Nosotros confiamos en ellos, les somos fieles? ¿Y por qué no cogemos pues como líder alguien en quien nos fiemos?

Continuamos para bingo con un valor que BRILLA POR SU AUSENCIA, la disciplina. ¡Ni entre unos ni entre otros, se ha perdido por completo! No hablo más que de un modelo de actuación que supedita un bien deseado a nuestra propia voluntad, ya sea esta la privación de caprichos por adelgazar en el día a día o el sistema militar que eligen seguir los que quieren “servir al país” (no me preguntéis acerca de este tema; corramos, por favor, un tupido tabique). Hoy día se opta por lo fácil, por la copia, por

"Hoy la disciplina suena a algo desagradable. En parte, esto nos puede venir del sistema de premios y castigos que prácticamente siempre está asociado a la disciplina. El maestro que lleva, o conduce, a su alumno por un camino – sea ahora este maestro un docente, un padre, o un guía de otro orden – no tiene más remedio que implementar alguna forma de castigo si el alumno se desvía y alguna forma de premio si se mantiene dentro del carril indicado. En especial esto es así cuando el alumno es todavía un niño que no tiene uso de razón."

¡Ya nadie sigue un método disciplinado de educación con sus hijos, ni permite que lo hagan con ellos sus maestros, y así nos salen! No hay más que ver las calles y no a horas específicas, no, a cualquier hora. La mañana que en la puerta de un instituto no hay jóvenes fumando, es que estarán a mediodía con sus “colegas y modelos a seguir” de la escuela de adultos, o esta tarde/noche en el parque armando jaleo sin dejar dormir.

 

¿POR QUÉ no tenemos disciplina? ¿Les interesa a nuestros líderes que la tengamos, que nos esforcemos en lograr nuestras metas?

Quizás sea que esto conlleva casi obligatoriamente, por no decir obligatoriamente del todo, una perseverancia para el logro de objetivos. Estar ahí, al pie del cañón, día con día, constantemente luchando por lo que queremos lograr. Pero claro, nosotros no queremos SIEMPRE SIEMPRE SIEMPRE lo mismo que ellos. Como se suele decir para explicar este valor a grandes rasgos, y lo adaptaré a la escritura de este blog que todos compartimos: todos podemos escribir artículos, pero no todos podemos ser periodistas.
"Lo que se desprende de lo anterior es importante a la hora de evaluar el valor de la perseverancia. El que persevera en un objetivo para el cual no tiene talento ni aptitud se arriesga a hacer papelones y a pasarse la vida persiguiendo un sueño que, al menos para él, resultará imposible de realizar. No confundamos perseverancia con terquedad, o con obstinación. No dar el brazo a torcer y no claudicar ante el primer obstáculo es una virtud. Chocar constantemente contra una pared y terminar rompiéndose la cabeza contra ella es, como mínimo, una reverenda tontería."

Y para enfrentar posiciones, de un modo u otro (tampoco nos vayamos a la violenta postura radical) necesitaremos valentía, otro valor del cual en muchas ocasiones, y más cuando se trata de manifestarse y arriesgarse a que nos den la del pulpo. Es muy humano tener miedo, sin embargo el valor no es la ausencia de miedo; es la consideración de que hay algo más importante que el miedo.


Sin embargo, no podemos quedarnos de brazos cruzados a la espera de que las soluciones nos vengan dadas del cielo. Debemos hacer algo, debemos unirnos y trabajar AL MISMO TIEMPO si queremos cambiar la sociedad. Tirar TODOS A LA VEZ del mismo carro, porque si tiran unos un rato y otros otro rato, el carro NO SE MUEVE. ¡Movámoslo todos a una!

Mil mundos

[i] Aprovechemos la ocasión para recomendar su libro Las nueve nobles virtudes.

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