lunes, 17 de octubre de 2011

Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza

Ayer lunes 17 de octubre fue el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza.
Esta conmemoración desconocida para muchos, se aprobó en 1933, desde su declaración en la Asamblea General de las Naciones Unidas con la finalidad de promover una mayor conciencia sobre las necesidades para erradicar la pobreza y la indigencia en todos los países.

En la Cumbre del Milenio celebrada en septiembre del 2000, los diferentes jefes de estado y de gobierno, se comprometieron a reducir a la mitad hasta el año 2015, el porcentaje de las personas que viven en la indigencia (cuyos ingresos sean inferiores a un dólar al día).


Cada año en la conmemoración de este día se promueve un objetivo específico, este año el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza se centrará en la eliminación de ésta para así conseguir un futuro sostenible para todas las personas.

Sin embargo, todas estas asambleas, cumbres, principios de acción y objetivos de poco sirven sin el apoyo de los países desarrollados.

Muchos ciudadanos de estos países se encuentran afectados por la crisis actual que provoca grandes daños económicos, los cuales se plasman tanto en los dramas personales y familiares como en los principios de solidaridad y comprensión que se creían tener. De manera que bajo los efectos tan dañinos de esta crisis olvidamos en muchas ocasiones la gran pobreza que sufren muchísimas personas en el mundo, justificando de este modo los recortes de ayuda para el desarrollo.

Y es que nos hemos vuelto pasivos ante las escandalosas cifras de pobreza que hay en el planeta: 3000 millones de personas viven con menos de dos dólares al día, casi 1000 millones sufren hambre, 8 millones de niños mueren cada año a causa de las condiciones paupérrimas a su existencia, 150 millones de niños se encuentran afectados por malnutrición, 1.200 millones de personas no tienen acceso a agua potable, 1000 millones carecen de vivienda, 100 millones más viven en la calle en la más absoluta indigencia, 2000 millones de personas anémicas por falta de hierro en su dieta, 800 millones no tienen acceso básico a salud, 2000 millones no tienen acceso a medicamentos... Además las personas que viven en tales situaciones de pobreza se ven expuestos a retos cada vez más difíciles de superar como la crisis económica, la degradación ambiental, la subida de precio de los alimentos más básicos, el cambio climático, los desastres naturales…
Estos datos se vuelven más injustos si nos paramos a pensar en el creciente proceso de acumulación de riqueza que se está llevando a cabo y del que solo se benefician unos pocos poderosos.

Este desequilibro no hace otra cosa más que evidenciar la gran necesidad de establecer fuertes mecanismos que paren estas grandes injusticias. Mecanismos como las tasas a las transacciones económicas internacionales, la creación de un sistema fiscal equitativo, progresivo y transparente, la abolición de la deuda ilegítima, el establecimiento de fuertes sistemas de protección social públicos y universales, el no recorte de los derechos sociales…


Ahora bien, como se ha dicho anteriormente es necesaria la sensibilización de la población para que actúe ante tales injusticias, pues aunque en muchas ocasiones no nos demos cuenta, somos parte de la causa de esta pobreza. Por ello debemos combatirla mediante la formación de asociaciones corporativas, la realización de movimientos populares, formando parte de organizaciones no gubernamentales, participando en el comercio justo y solidario…


Ya por último, es imprescindible y estrictamente necesario que todas aquellas personas que se encuentran en situación de pobreza se conviertan en el núcleo de la solución, es decir, que su situación sea estudiada y que mediante el conocimiento y entendimiento de sus aptitudes y sus valores culturales se lleven a cabo soluciones específicas que permitan satisfacer sus necesidades y demandas.

Y es que, el día de ayer no solo supone una llamada por la  erradicación de la pobreza, sino que es además la lucha para terminar con la explotación, con la violencia y con la ignorancia a la que nos vemos sometidos. Es pues, el terminar de fingir que no observamos la enorme brecha que nos separa a los ricos de los pobres y la cual acentúa las hambrunas, las enfermedades, el analfabetismo, la discriminación, las migraciones…
…En definitiva, o actuamos o ésto NO TERMINA JAMÁS.



Clara Beltrán Segarra


No hay comentarios:

Publicar un comentario