martes, 26 de abril de 2011

Mario Benedetti


Igual que vimos en el documental de campanades a morts (Llach: La Revolta Permanent), en el que aparecía Lluís Llach como un personaje con gran capacidad de convocatoria y de movimiento de masas, ha habido muchos otros artistas capaces de lo mismo y de más. En este caso me parece preciso mentar a un poeta como pocos, el montevideano Mario Benedetti, el cual, sin haber terminado ni la secundaria (debido a problemas económicos), desde unos comienzos laborales en una casa de recambios para automóviles, habiendo conocido de cerca la muerte y el exilio, supo plasmar como a continuación leemos, ciertas características de los poderosos.

¿De qué se ríe?

(Seré curioso)

En una exacta
foto del diario
señor ministro
del imposible

vi en pleno gozo
y en plena euforia
y en plena risa
su rostro simple

seré curioso
señor ministro
de qué se ríe
de qué se ríe

de su ventana
se ve la playa
pero se ignoran
los cantegriles

tienen sus hijos
ojos de mando
pero otros tienen
mirada triste

aquí en la calle
suceden cosas
que ni siquiera
pueden decirse

los estudiantes
y los obreros
ponen los puntos
sobre las íes

por eso digo
señor ministro
de qué se ríe
de qué se ríe

usté conoce
mejor que nadie
la ley amarga
de estos países

ustedes duros
con nuestra gente
por qué con otros
son tan serviles

cómo traicionan
el patrimonio
mientras el gringo
nos cobra el triple

cómo traicionan
usté y los otros
los adulones
y los seniles

por eso digo
señor ministro
de qué se ríe
de qué se ríe

aquí en la calle
sus guardias matan
y los que mueren
son gente humilde

y los que quedan
llorando de rabia
seguro piensan
en el desquite

allá en la celda
sus hombres hacen
sufrir al hombre
y eso no sirve

después de todo
usté es el palo
mayor de un barco
que se va a pique

seré curioso
señor ministro
de qué se ríe
de qué se ríe.


Es interesante lo actual que puede resultar este poema, gobernados por gente como Camps, Berlusconi y demás fauna, siempre con la palabra precisa y la sonrisa perfecta, como ya cantó otro grande, Silvio Rodríguez.


Ernesto Maldonado Cabo

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